¿Funciona la estrategia dialéctica contra el relativismo epistémico? Parte 2. Dilema del absolutismo

Los métodos naturalistas pueden adjudicar entre creencias rivales o no pueden hacerlo. Si adjudican, entonces no son neutrales respecto de creencias rivales. Si no adjudican, entonces subdeterminan creencias rivales.
¿Funciona la estrategia dialéctica contra el relativismo epistémico? Parte 1. La estrategia dialéctica

“Hierba mala nunca muere” es un dicho popular que también puede predicarse del relativismo epistémico: la tesis de que no existen criterios absolutos para la adjudicación neutral de creencias en conflicto relativas a diferentes sistemas epistémicos (Kusch 2019a).
¿Un desacuerdo espurio? Cómo explicar el conflicto de las guerras de la ciencia

Parece que Alan Sokal no era consciente de la caja de Pandora que destaparía al publicar su engañoso artículo en 1996. La cantidad de difusión que alcanzó el llamado “escándalo Sokal” permitió que salieran a flote las manifestaciones más ortodoxas de la filosofía de la ciencia, pero también las demandas filosóficas por hacer reflexiones más rigurosas que un simple fraude publicado. Así surgieron las “guerras de la ciencia”: una serie de debates en los cuales el afán por responder las críticas y destruir al enemigo impedía sentarse a reflexionar sobre qué estaba ocurriendo y qué era lo que causaba el desacuerdo entre las partes enfrentadas. De este modo, Cudd (2001, p. 79) afirma: «claramente había un desacuerdo; sobre qué, sin embargo, no era claro. Era igualmente claro que los dos grupos estaban hablando a menudo el uno del otro».
Los soldados de las guerras de la ciencia

El inicio de los años 90 trajo consigo uno de los debates académicos más comentados en los medios y las universidades del mundo. El auge del llamado “posmodernismo” llamó la atención de científicos que decidieron divulgar su rechazo ante las nuevas tendencias académicas que buscaban parecer científicas fraudulentamente.
Libertad en problemas: análisis de la sociedad libre de Paul Feyerabend

“La ciencia en una Sociedad Libre” (CSL) presenta un desarrollo en el argumento que Paul Feyerabend presenta en su reconocida obra “Tratado contra el método” (1975) en el sentido en que se propone que la tradición científica o racionalidad científica, como el autor la llamará, debe entenderse y actuar no como un criterio hegemonizante que tiene una relación de poder con el Estado, sino como una tradición más que intenta explicar el mundo.
Realismo y relativismo en el análisis sociológico del conocimiento científico

Las críticas al Programa Fuerte de Edimburgo (SP) son innumerables. Sin embargo, todos los ataques se concentran en tres aspectos específicos: el relativismo, el realismo y la racionalidad de la ciencia. Por ejemplo, algunos acusan al SP de sostener un constructivismo social, de acuerdo con el cual la ciencia es una actividad que no guarda ninguna relación con la realidad en la medida en que el conocimiento del mundo natural sería el resultado exclusivo de interacciones entre científicos y, por tanto, la naturaleza es suprimida dentro del análisis sociológico del conocimiento.
El origen socio-histórico de la normatividad científica

A una visión de la ciencia como institución social se le pueden plantear dos desafíos. El primero de ellos es explicar cuáles son los límites que separan y diferencian la práctica científica de otras instituciones sociales. Si la ciencia es una institución, ¿qué la hace distintiva de otras prácticas como la religión, el arte o la política? El segundo desafío tiene que ver con desarrollar una explicación de la racionalidad científica que dé cuenta del origen de la normatividad que gobierna a la ciencia sin dejar de lado aquel elemento constitutivo de la misma que es producir conocimiento sobre el mundo natural. Si las instituciones sociales son auto-referenciales y auto-creativas (Bloor, 1997), ¿qué función desempeña el mundo natural en la formación del conocimiento que la institución científica produce?