Santiago Agudelo Berrío
santiago.agudelo12@udea.edu.co
Instituto de Filosofía
Universidad de Antioquia
Si un agente decide llevar a cabo una acción y sabe que esta tendrá un efecto perjudicial, ¿el agente produce el efecto previsto intencionalmente? Hay quienes no están muy seguros al respecto (Bratman, 1987/1999; Harman, 1983); otros consideran que definitivamente no hay intencionalidad, sino más bien responsabilidad moral (Mele & Sverdlik, 1996; Searle, 1983). No necesariamente las consideraciones teóricas concuerdan con aquellas basadas en el sentido común. Este es el caso del punto de vista de Bratman en torno al problema en cuestión, conocido como el problema del paquete de oferta (the problem of the package deal).
El problema del paquete de oferta plantea que las intenciones se extienden desde las acciones hasta sus efectos secundarios previstos (Bratman, 1987/1999; Harman, 1983). Si el agente S sabe que la acción Φ implica el efecto secundario previsto E y, sin embargo, S decide realizar Φ, se sigue que S produce Φ y E intencionalmente (Chisholm, 1979). Considere el caso del bombardero estratégico (Bratman, 1987/1999). La intención del bombardero es destruir la fábrica de municiones del ejército enemigo, de modo que pueda debilitarlo lo suficiente para ganar la guerra; pero hacer esto implica el efecto previsto de aniquilar a los niños de una escuela aledaña. El meollo del asunto es determinar si el bombardero destruye la fábrica y aniquila a los niños intencionalmente.
Bratman (1987/1999) argumenta que el problema del paquete de oferta se resuelve explicando los roles de la intención. Para esto, contrasta el caso del bombardero estratégico con otro muy semejante, denominado “bombardero terrorista”. En este último, el bombardero no solo pretende ganar la guerra, sino causar terror en la población al destruir la escuela y aniquilar a los niños. Esto arrasaría con la fábrica de municiones de todos modos. Así, el ejercito enemigo quedaría tan debilitado por ambos golpes militares que el bombardero terrorista aseguraría la victoria en la guerra.
Los roles de la intención se refieren a la coordinación de las intenciones en un plan de acción. Bratman (1987/1999) postula tres roles: 1) modos de ejecución, 2) restricciones de consistencia y 3) necesidad de esfuerzo. En los dos casos presentados, el bombardero tiene la intención de ganar la guerra debilitando al ejército enemigo. Pero el modo de ejecución del bombardero estratégico es destruir la fábrica de municiones; y el del terrorista, aniquilar a los niños de la escuela.
La intención, y sus modos de ejecución, implican restricciones de consistencia. Si se les ordena a las tropas que avancen hacia territorio enemigo, seguramente se evacuará la escuela. Luego el bombardero terrorista no podría aniquilar a los niños destruyendo la escuela. En cambio, el bombardero estratégico no sería afectado, dado que él solo quiere destruir la fábrica de municiones (Bratman, 1987/1999). Por tanto, la intención de ordenar el avance de las tropas hacia territorio enemigo apenas estaría restringida para el bombardero terrorista.
En cuanto a la necesidad de esfuerzo, solo el bombardero terrorista trata de aniquilar a los niños. Si se destruye la fábrica de municiones y los niños sobreviven milagrosamente, el bombardero estratégico no tendría la impresión de que su plan ha fallado en algo (Bratman, 1987/1999). Por tanto, el bombardero estratégico no aniquila a los niños intencionalmente, incluso si esto es un efecto secundario previsto de destruir la fábrica de municiones.
Hasta este punto, Bratman concluye que las intenciones no necesariamente se extienden desde las acciones hasta sus efectos secundarios previstos. Sin embargo, considera que, aún sin el problema del paquete de oferta, los efectos secundarios previstos de una acción podrían calificarse como intencionales en virtud del potencial motivacional de la acción.
El potencial motivacional es un espacio teórico que una explicación completa de la acción necesita rellenar con condiciones precisas para determinar cuándo una acción es intencional. Si esto es así, ¿cuál es la función del potencial motivacional? Su función es señalar que, debido a la compleja relación entre intenciones, deseos, creencias y acciones, la intención previa del agente no determina necesariamente lo que esté hace intencionalmente (Bratman, 1987/1999). El agente podría hacer A intencionalmente si tiene prevista A en el transcurso de ejecutar B. Las condiciones en que A hereda la intencionalidad de B corresponden al espacio teórico del potencial motivacional; no están bien establecidas. En pocas palabras, la noción de potencial motivacional es un mediador entre la intención del agente y lo que este hace intencionalmente. Se trata de un recurso teórico que compensa aquella brecha explicativa.
Aplicado al caso del bombardero estratégico, la acción de atacar al enemigo para debilitarlo y ganar la guerra tiene como medio la acción subsidiaria de destruir la fábrica de municiones, lo cual, a su vez, implica volar al objetivo, apuntar y dejar caer las bombas con precisión. El agente no requiere de una intención previa para cada una de estas acciones subsidiarías, pero se consideran intencionales porque se derivan de una acción intencional que las incluye. Asimismo, aunque el bombardero estratégico no tiene la intención previa de aniquilar a los niños, la convicción de clasificar este efecto previsto como intencional estriba en la atribución de responsabilidad que recae sobre el agente. El potencial motivacional de la acción es flexible a estas conexiones entre intencionalidad en función de la responsabilidad, dado que este espacio teórico a menudo es rellenado con las valoraciones derivadas del mero sentido común.
Así pues, Bratman reconoce que su explicación de la acción está incompleta. En específico, su teoría no provee condiciones necesarias y suficientes para clasificar si una acción es intencional; y no lo hace porque establece una conexión flexible entre la intención y la acción. Es decir, Bratman concibe la intención como un estado mental que no necesita reflejar todas las complejidades inmersas en su teoría para clasificar a una acción como intencional. Sin embargo, esto abre la posibilidad a proferir juicios sobre la base del mero sentido común, lo que dificulta la tarea de encontrar regularidades bien establecidas en torno a la intencionalidad de una acción.
La conexión flexible entre intención y acción, derivada del concepto de potencial motivacional, es problemática en la medida en que favorece la confusión entre criterios explicativos y valorativos de la acción intencional (Mele & Sverdlik, 1996; Searle, 1983). Piense, por ejemplo, en el caso de un dentista (Mele & Sverdlik, 1996). Se encuentra en un procedimiento dental. Sin querer, le causa dolor al paciente. Hace todo lo que puede en ese momento para minimizar el dolor, pero fracasa. El dentista es negligente, dado que no se ha mantenido actualizado sobre los nuevos avances en el uso de analgésicos. Mientras que sus colegas informados hubieran ejecutado el procedimiento sin dolor. Por tanto, el dentista es responsable de causar dolor al paciente, pero no parece que esto sea intencional. Su objetivo no es causar dolor, ni tiene una razón para hacerlo (Mele & Sverdlik, 1996). Visto así, un agente puede actuar conscientemente en contra de un deber moral sin que esto sea un mero accidente, pero su responsabilidad moral no implica necesariamente que ha actuado intencionalmente.
El problema del paquete de oferta resalta, pues, la necesidad de estudiar los alcances de la agencia y la relación entre la intencionalidad y la responsabilidad moral en la filosofía de la acción. En general, estoy de acuerdo con la solución de Bratman. Los tres roles básicos de la intención dan cuenta de que las intenciones se coordinen en planes de acción complejos; y un efecto secundario previsto no necesariamente hereda la intencionalidad de la acción que lo produce. Una acción subsidiaria podría heredar la intencionalidad de la acción principal de la cual se deriva, pero esto no solo debe basarse en el sentido común.
Si no se establecen condiciones necesarias y suficientes para determinar la intencionalidad de una acción, entonces podrían aportarse elementos conceptuales o empíricos que rellenen el espacio teórico que ocupa el concepto de potencial motivacional. Sería interesante, por ejemplo, rastrear los correlatos neuronales entre estados mentales, como las intenciones, deseos y creencias, al momento de ejecutar acciones intencionalmente. Asimismo, conocer mejor las condiciones en que una acción y sus efectos previstos son intencionales permitirá discernir con mayor precisión los matices entre la intencionalidad y la responsabilidad moral, puesto que la responsabilidad moral no necesariamente corresponde con la acción intencional.
Referencias
Bratman, M. (1987/1999). Intention, plans, and practical reason. CSLI.
Chisholm, R. M. (1979). Person and object: A metaphysical study.
Harman, G. (1983). Rational Action and the Extent of Intentions. Social Theory and Practice, 9 (2/3), 123-141.
Mele, A., & Sverdlik, S. (1996). Intention, intentional action, and moral responsibility. Philosophical Studies, 82(3), 265-287. https://doi.org/10.1007/BF00355310
Searle, J. R. (1983). Intentionality: An essay on the philosophy of mind. Cambridge University Press.