La hipótesis de las affordances mentales

Carmen Daniela Rodríguez Ponce
carmen.rodriguez@udea.edu.co
Instituto de Filosofía
Universidad de Antioquia

En 1979, el concepto de affordances es introducido por el psicólogo James Jerome Gibson en el libro The Ecological Approach to Visual Perception, donde afirma que las affordances del entorno son lo que este le ofrece, proporciona o facilita al animal, ya sea para bien o para mal. En 2019, McClelland retoma la idea de Gibson (1979) y define las affordances como oportunidades para la acción. Un sujeto tiene la posibilidad de explotar, utilizar o aprovechar una situación u objeto. Los objetos tienen la propiedad de ser utilizados, de poder ser en el mundo. Este concepto de poder ser, deriva de la fenomenología de Heidegger (1927) en donde se estudia al ser-en-el-mundo que se encuentra en relación con todo y puede percibir el mundo porque está inmerso en él.

McClelland (2019) dice que una oportunidad para realizar una acción es un escenario en el cual es posible que un sujeto desarrolle una habilidad que posee. De esa manera, las posibilidades son relativas en función de los sujetos. Por ejemplo, para que un árbol sea trepable para mí debe estar en completa relación con mi capacidad de trepar. Así, lo que constituye una oportunidad de acción dependerá de cómo se concibe la acción. McClelland define las acciones como aquellas cosas que un sujeto hace y que están bajo su control. Tener control sobre algo que se está haciendo es poder continuar o terminar con ello intencionalmente. Existen tres categorías de la acción: primero, acción intencional, donde el acto que se realiza es controlado por sujeto; segundo, mero movimiento, donde la acción no depende del sujeto, pues el movimiento está fuera de su control; y tercero, acción no-intencional, donde las acciones son controlables, pero no se están controlando en el momento, es decir, el movimiento podría detenerse si el sujeto así lo quisiera.

Ahora bien, se puede definir las affordances de la siguiente manera: X ofrece Φ para S, si y solo si X ofrece una oportunidad para que S realice Φ. Es decir, la affordance X ofrece una oportunidad para que la acción Φ se realice si y solo si la affordance X puede posibilitar la realización de la acción Φ. Una vez dicho esto, se puede definir a las affordances mentales como aquellas oportunidades o posibilidades en las que la acción permitida Φ es una acción mental. Los eventos mentales se distinguen de los eventos corporales por ser encubiertos, a saber, implican cambios internos en los estados mentales y no implican, en principio, ningún movimiento físico. Las acciones mentales son aquellos eventos mentales que están bajo nuestro control y cuenta con las tres categorías de la acción física: acción intencionadamero pensamiento y acción no-intencional. Una oportunidad de acción mental no es más que un escenario en la que es posible realizar una acción mental y una affordance mental no es más que una oportunidad de acción mental.

Los individuos son perceptualmente sensibles a las affordances y la percepción de estas no requiere procesos internos complicados, debido a que se perciben directamente, no a través de una representación mental, sino a través de un flujo óptico de información sin necesidad de procesamiento interno. Uno podría preguntarse, ¿por qué se piensa que percibimos affordances? Una de las razones para considerar esta pregunta consiste en el hecho de que percibimos los objetos no solamente en sus características físicas, sino en su propiedad de ser utilizados. La percepción de estas propiedades dependerá de las capacidades perceptivas que el sujeto haya adquirido y de la mentalidad que tenga en un momento determinado. Aunque tienen similitudes, las affordances se perciben como una oportunidad que tiene un objeto en relación con un sujeto en un momento determinado. Por ejemplo, una tetera será percibida como agarrable desde una situación específica, como preparar el desayuno en las mañanas, pero no desde otra, como realizar estiramientos en casa.

Al percibir las affordances en el entorno, se percibe un menú de posibles acciones. La mayoría de las acciones aprovecharán una affordance percibida. Esto permite que el sujeto se ahorre la tarea de tener que inferir explícitamente qué tipos de acción están disponibles y elegir entre los diferentes cursos de acción. En ese sentido, sin la percepción de la affordance, las herramientas cognitivas disponibles para la realización de acciones tendrían mucho más trabajo, haciendo que la selección de la acción sea más lenta. Sin embargo, con la percepción de la affordance, se puede aprovechar la división del trabajo entre los procesos perceptivos rápidos y automáticos que presentan un menú de acciones posibles y los procesos deliberativos a través de los cuales se puede seleccionar la acción posterior.

Cuando se percibe una affordance, los patrones motrices responsables de realizar la acción ofrecida se preparan automáticamente. Esta preparación automática de una acción se denomina potenciación. Si bien las acciones se preparan automáticamente y cualquier entorno perceptivo puede presentar a un sujeto una gama de affordances, eso no significa que todas las acciones permitidas están potenciadas. Para que una affordance se potencie, primero, el sujeto debe percibir una posibilidad de cumplir una acción Φ. Esto depende de que sea capaz de percibir affordances de Φ y de que sea adecuadamente sensible a dichas affordances en una situación. Y segundo, aunque se perciba una affordance de Φ, esta solo se potenciará si se cumplen otras condiciones de fondo, es decir, la potenciación depende del tipo de tarea que se realice en un momento dado.

La potenciación se puede ilustrar con el caso del comportamiento de utilización (Brazzelli & Spinnle, 1998). Un ejemplo especifico es el caso de una persona que sufre un daño cerebral en el lóbulo frontal, la región que se encarga del control de los movimientos y también de su inhibición. Esta condición hace que los sujetos se vean obligados a utilizar los objetos que ven. Es decir, los sujetos son incapaces de suprimir o inhibir las acciones potenciadas. Por ejemplo, si se cumplen ciertas condiciones de fondo, percibir una manzana como comestible potenciará el proceso motor responsable de comer. Al igual que con la percepción de la affordance, la potenciación de la acción funciona para ayudarnos a afrontar el reto de la selección de la acción. Si las acciones en el menú disponible están preparadas antes de la selección, entonces se puede realizar la acción seleccionada mucho más rápidamente que si se tiene que empezar desde cero.

En la misma línea de pensamientos, McClelland (2019) enmarca The Mental Affordances Hypothesis (MAH). Un objeto o escenario X ofrece una acción mental de Φ a un sujeto si y solo si X presenta una oportunidad para que S realice la acción mental de Φ. La MAH es la hipótesis que sostiene que somos sensibles a las affordances mentales del mismo modo que somos sensibles a las affordances corporales. Como la sensibilidad a las affordances corporales se caracteriza por la percepción y las condiciones adecuadas para la realización de la acción ofrecida, la sensibilidad a las affordances mentales se caracteriza también por dos requisitos: percepción y potenciación. De esa manera, el MAH es verdadero si y solo si existen affordances para realizar un acto mental Φ que cumplan los dos requisitos. Más formalmente: S percibe que X ofrece Φ y X potencia a S a la realización de Φ. En otras palabras, el sujeto percibe el affordance X para la acción Φ y este affordance permite o potencia al sujeto a la realización de la acción Φ.

En el marco de la MAH se presentan tres candidatos para ser affordances mentales. Cada candidato se entiende por medio de un ejemplo guía.

  1. Affording de atención: Estás trabajando en tu escritorio cuando suena una alarma de incendios. Es una falsa alarma y el sonido se apaga, pero un fallo hace que la luz roja de advertencia siga parpadeando en la oficina. La luz de advertencia distrae mucho, pero, a pesar de la distracción, te las arreglas para mantener tu atención focalizada en tu trabajo. En estos casos, la atención está fuera de tu control y, por tanto, no es una acción. Sin embargo, consigues ejercer el control sobre tu atención y mantenerla centrada en tu trabajo.

Este escenario se describe en términos de la sensibilidad a las affordances de atención. La luz de advertencia es un posible objetivo para el acto mental de atención. Esto cumple con MAH en cuanto al requisito de percepción, debido a que la percepción de la experiencia visual representa la luz de advertencia como algo atendible. Y en cuanto al requisito de potenciación, puesto que el impulso sentido de atender indica que atender está fuertemente potenciado. Este impulso sentido se explica por medio de los procesos automáticos que tiran de la atención hacia la luz.

  1. Affording de imaginación. Estás atravesando una serie de peldaños en un río. Las primeras piedras son bastante fáciles de superar y los saltos adecuados se realizan sin tener que reflexionar sobre las acciones. Luego, se complica la situación con una distribución más difícil de piedras. Se hace una pausa, se ensaya mentalmente una ruta viable sobre las piedras restantes y se ejecuta el camino ensayado.

Nuevamente, cada una de las acciones implicadas en este escenario se describe mejor en términos de percepción de la affordance. En el tramo de piedras fáciles se permiten ciertos actos corporales, mientras que en el tramo de piedras difícil se permite el acto mental de ensayar el salto con la imaginación. El acto de imaginar cumple con los dos requisitos del MAH: en primer lugar, en cuanto a la percepción, al atravesar el tramo de piedras difíciles se percibe la situación como si te permitieran un acto mental determinado, a saber, el acto de ensayar mentalmente una ruta viable. Y en segundo lugar, en lo que respecta a la potenciación, cuando se atraviesa el tramo de piedras difíciles, no se inicia deliberadamente el acto de ensayar mentalmente los próximos pasos, sino que se deja que se desarrolle una acción mental potenciada.

  1. Affording de contar. El entorno ofrece posibilidades de contar. Se puede pensar en un tarro lleno de canicas o en un montón de monedas. La cuestión es si percibimos que el tarro de canicas permite contar y si percibir esta affordance potencia el acto de contar.

En el fenómeno del comportamiento de utilización se encuentra una forma de ilustrar la sensibilidad a las affordances de contar. Los comportamientos sintomáticos que se presenta en esta condición son todos actos corporales: comer una manzana, cepillarse los dientes y escribir con un bolígrafo. El paciente analizado por Brazzelli & Spinnle (1998) también muestra una compulsión por contar. Esto indica que el acto de contar está potenciado por nuestra percepción de las affordances de contar.

Con esto en mente, se puede sugerir que la selección de acciones mentales se basa, en parte, en la sensibilidad a las affordances mentales y somos sensibles al menos a algunas affordances mentales: affordances para atender, imaginar y contar. Otra posible aplicación teórica de las affordances es la ejecución de una acción, es decir, la percepción de la affordance también subyace a la capacidad de ejecutar con éxito las acciones seleccionadas. Finalmente, una de las diferencias entre las affordances corporales y las mentales es que estas últimas suelen ser más económicas: por ejemplo, la tetera debe tener unas propiedades físicas muy específicas para ser agarrable, pero cualquier objeto del campo perceptivo es un posible objeto de la imaginación. Así, el MAH propone que las affordances mentales desempeñan un importante papel en la acción mental y el programa de investigación sobre affordances mentales promete descubrir exactamente cómo se desempeña ese papel.

Nota: Para conocer más detalles sobre The Mental Affordances Hypothesis, remitimos al lector a la  presentación que el mismo Tom McClelland realizó para The Brains Blog en el año 2017. Se encuentra disponible en el siguiente enlace de YouTube: https://youtu.be/zBqGC4THzqg

Referencias 

Brazzelli, M., & Spinnle, H. (1998). An Example of Lack of Frontal Inhibition: The Utilization Behaviour. European Journal of Neurology5, 347-353. https://doi.org/10.1046/j.1468-1331.1998.540347.x

Gibson, J. J. (1979). The Ecological Approach to Visual Perception. Psychology Press.

Heidegger, M. (1927). Ser y Tiempo (1.a ed.). Editorial Universitaria.

McClelland, T. (2019). The Mental Affordance Hypothesis. Mind129(514), 401-427. https://doi.org/10.1093/mind/fzz036

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