Reseña corta Murray y Krasich (2020): “Can the mind wander intentionally?”

Can the mind wander intentionally?

La visión estándar plantea que la divagación mental (mind-wandering) consiste en un pensamiento no-relacionado con la tarea o independiente del estímulo (task un-related or stimulus independent thought) (Antrobus, 1968; Giambra, 1989, 1995; McMillan et al., 2013; Smallwood & Schooler, 2006, 2015). Murray y Krasich (2020) sostienen que aceptar la ocurrencia de la divagación mental intencional es incompatible con la visión estándar. Ambos autores llaman a este dilema el “rompecabezas de la divagación voluntaria” (the puzzle of willful wandering). Su tesis es que la divagación mental no cumple con las condiciones para ser una acción intencional. En específico, el rompecabezas sugiere que es una acción intencionalsi cumple al menos una de las siguientes condiciones básicas:

1) Un agente S tiene la intención de llevar a cabo A.

2) es parte del potencial motivacional de una acción B, esto es, A es un medio constitutivo de B o un efecto secundario esperado de B (Bratman, 1984; Murray & Krasich, 2020).

Si se acepta la visión estándar, entonces la divagación mental no cumple ninguna de las dos condiciones básicas del rompecabezas. Desde esta perspectiva, la primera condición implicaría una contradicción: si un agente S tiene la intención de divagar mentalmente, entonces divagar mentalmente sería su tarea. Pero esto, por definición, no podría ser el caso: se trataría de un pensamiento relacionado y no-relacionado con la tarea al mismo tiempo (Murray & Krasich, 2020).

Por su parte, la segunda condición implicaría una contradicción por cada uno de sus componentes. Primero, la divagación mental no sería un medio constitutivo de una acción B, puesto que los pensamientos no-relacionados con evidentemente no son necesarios para B. Segundo, la divagación mental no es un efecto secundario esperado de B, puesto que no es necesaria para llevar a cabo el plan de acción de (Murray & Krasich, 2020). Murray y Krasich (2020) presentan el siguiente ejemplo. Si el agente tiene el plan de caminar hasta su casa, es necesario que levante el pie para dar cada paso. En consecuencia, levantar el pie hereda la intencionalidad del plan de caminar a casa. En cambio, si el agente tiene el plan de abordar el último bote salvavidas en un naufragio, no se sigue que tenga la intención de provocar la muerte de quienes quedan en el barco. De manera análoga, no parece que llevar a cabo una acción o tarea especificas conlleve la intención de divagar mentalmente (pp. 4-5).

Teniendo en cuenta este panorama, Murray y Krasich (2020) sostienen que existen dos alternativas para tratar de superar el rompecabezas: o bien, rechazar la visión estándar, o bien, rechazar la ocurrencia de la divagación mental intencional. Ambas opciones, sin embargo, conllevan desventajas. De un lado, rechazar la visión estándar implicaría abandonar uno de los marcos conceptuales sobre la divagación mental más abordados en el campo de las ciencias cognitivas. De otro lado, rechazar la ocurrencia de la divagación mental intencional parece implausible, pues la evidencia a su favor es robusta.

Además de la visión estándar, existen dos grandes marcos en torno a la divagación mental.  El primer marco es la familia de las semejanzas (the family resemblances view). Desde esta perspectiva, la divagación mental consiste en un constructo heterogéneo y con múltiples características superpuestas. Ninguna definición univoca abarca todas las características de este evento. Más bien, las distintas definiciones son semejantes o complementarias entre sí. En consecuencia, la ocurrencia de la divagación mental intencional no implica necesariamente una contradicción conceptual (Seli et al., 2018). El segundo marco es el dinámico (dynamic view), que define la divagación mental en función de sus dinámicas de control del pensamiento (Christoff et al., 2016). Desde esta perspectiva, la divagación mental intencional ocurre cuando el agente no impone una dirección a sus pensamientos. Así, los pensamientos van de un tema a otro sin un curso fijo. El agente desarrolla esto intencionalmente porque supervisa sus pensamientos y procura mantenerlos al margen de una dirección especifica (Irving, Manuscript). Murray y Krasich (2020) sugieren que el rompecabezas de la divagación voluntaria es un ejercicio interesante para ambos marcos. El gran reto es ofrecer una explicación de la divagación mental intencional sin caer en una contradicción.

Ahora bien, Murray y Krasich (2020) esbozan una explicación sobre los autoinformes de supuestos casos de divagación mental intencional en sujetos experimentales. Estos casos podrían tratarse realmente de otros eventos psicológicos bien establecidos, como ensoñaciones diurnas dirigidas (focused day-dreaming), cambios motivados de tarea (motivated task-switching), el procesamiento de objetivos personales (personal goal processing), entre otros. Estos eventos son apenas similares a la divagación mental. En ocasiones, corresponden a distracciones respecto de una tarea a la mano; sin embargo, se trata, principalmente, de pensamientos que el agente dirige en función de un objetivo. 

La divagación mental puede versar sobre objetivos, pero su curso no permanece fijo en ellos.  Murray y Krasich (2020) proponen el ejemplo de un agente que conduce por un camino largo y llano. Para el agente, esta tarea es sencilla y bien aprendida. De modo que puede dejar de enfocarse en ella y, más bien, pensar en otra tarea, como el artículo de investigación que ha estado escribiendo o la conferencia que dictará en unas cuantas semanas. Aunque parece que este es un caso de divagación mental intencional, realmente constituyen un caso de cambio motivado de tarea. Cuando ocurre un caso de divagación mental, el agente se siente consternado al notar que se ha distraído de la tarea que tiene a la mano. Por el contrario, cuando ocurre un cambio motivado de tarea, el agente está dispuesto a mantenerse más enfocado en la nueva tarea. Así, la tarea inicial permanece en un segundo plano (pp. 8-9). 

En los sujetos experimentales podría ocurrir algo similar. Los sondeos de pensamiento con los que se estima la divagación mental involucran tareas monótonas y simples. Esto podría producir la necesidad en los sujetos experimentales de un cambio motivado de tarea, similar al ejemplo presentado más arriba. No necesariamente todos los autoinformes de supuestos casos de divagación mental en sujetos experimentales corresponden a cambios motivados de tarea, pero es un ejemplo ilustrativo. Por otra parte, los sujetos experimentales podrían estar expuestos a sesgos o confusiones. La divagación mental es un evento difícil de discernir. Además, la necesidad psicológica de favorecer al investigador tiene un papel relevante. De ahí que los sujetos experimentales tiendan a rotular como divagación mental cualquier caso de distracción con respecto a la tarea impuesta por el investigador (Murray & Krasich, 2020). Murray y Krasich (2020) consideran, finalmente, que estos aspectos son insumos para explicar la evidencia en torno a la divagación mental intencional. Al rechazar estos casos, los partidarios de la visión estándar necesitan elaborar una teoría del error que explique este cuerpo de evidencia tan robusto.

Referencias

Antrobus, J. (1968). Information Theory and Stimulus-independent Thought. British Journal of Psychology59(4), 423–430. https://doi.org/10.1111/j.2044-8295.1968.tb01157.x

Bratman, M. (1984). Two Faces of Intention. The Philosophical Review93(3), 375–405. https://doi.org/10.2307/2184542

Christoff, K., Irving, Z. C., Fox, K. C. R., Spreng, R. N., & Andrews-Hanna, J. R. (2016). Mind-wandering as spontaneous thought: A dynamic framework. Nature Reviews Neuroscience17(11), 718–731. https://doi.org/10.1038/nrn.2016.113

Giambra, L. M. (1989). Task-unrelated thought frequency as a function of age: A laboratory study. Psychology and Aging4(2), 136–143. https://doi.org/10.1037/0882-7974.4.2.136

Giambra, L. M. (1995). A Laboratory Method for Investigating Influences on Switching Attention to Task-Unrelated Imagery and Thought. Consciousness and Cognition4(1), 1–21. https://doi.org/10.1006/ccog.1995.1001

Irving, Z. (2021). Drifting and Directed Minds: The Significance of Mind-Wandering for Mental Action. The Journal of Philosophy118(11), 614-644. https://doi.org/10.5840/jphil20211181141

McMillan, R., Kaufman, S., & Singer, J. (2013). Ode to positive constructive daydreaming. Frontiers in Psychology4, 626. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00626

Murray, S., & Krasich, K. (2020). Can the mind wander intentionally? Mind & Languagehttps://doi.org/10.1111/mila.12332

Seli, P., Kane, M. J., Smallwood, J., Schacter, D. L., Maillet, D., Schooler, J. W., & Smilek, D. (2018). Mind-Wandering as a Natural Kind: A Family-Resemblances View. Trends in Cognitive Sciences22(6), 479–490. https://doi.org/10.1016/j.tics.2018.03.010

Smallwood, J., & Schooler, J. W. (2006). The restless mind. Psychological Bulletin132(6), 946–958. https://doi.org/10.1037/0033-2909.132.6.946

Smallwood, J., & Schooler, J. W. (2015). The Science of Mind Wandering: Empirically Navigating the Stream of Consciousness. Annual Review of Psychology66(1), 487–518. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-010814-015331

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