Vicente Raga Rosaleny
vicente.raga@udea.edu.co
Instituto de Filosofía
Universidad de Antioquia
En un artículo de divulgación científica del 11 de noviembre de 2017 (https://elpais.com/elpais/2017/11/08/ciencia/1510164222_095237.html) se comentaban en el diario El País de España algunos de los avances tecnológicos que podríamos encontrar plenamente desarrollados en el año 2050 y que ahora, poco más de treinta años antes, ya vislumbramos en el horizonte como los más relevantes para nuestro futuro cercano.
El primero de ellos, de acuerdo con el neurobiólogo español Rafael Yuste, uno de los líderes de Brain, el mayor proyecto de investigación del cerebro lanzado por el gobierno de los Estados Unidos, sería el desciframiento del código cerebral: “algo parecido al genoma humano y que revelará, por primera vez, cómo 85.000 millones de neuronas se disparan y conectan entre sí para generar ideas, recuerdos, emociones, imaginación y comportamiento, la esencia de lo que somos”. En suma, y aunque no se emplee el término, claramente se aspira a que en tres décadas el enigma de la conciencia humana, quizá uno de los más persistentes de nuestro tiempo, quede plenamente desvelado.
Precisamente a la demarcación de ésta se ha consagrado en diversas obras el reconocido filósofo David J. Chalmers (1996; 2002; 2010). Éste considera que la mayor parte de nuestras nociones mentales poseen una naturaleza dual, con una dimensión fenoménica, o experiencial, y otra psicológica, de tipo causal. Y mientras que la segunda podría abordarse desde la perspectiva de las ciencias cognitivas, la primera, a diferencia de lo que asevera el neurobiólogo, constituiría el aspecto difícil del asunto, que requiere de una elucidación filosófica, con cuestiones epistémicas y ontológicas necesitadas de un análisis conceptual y no experimental.
Sin entrar en el detalle de la propuesta de una futura “ciencia de la conciencia” sui generis de Chalmers, cabría decir que el dualismo naturalista de este autor puede enfrentar graves problemas a la hora de abordar la conciencia, dado que su concepción discreta y fuertemente realista de la dimensión fenoménica comparte la idea metafísicamente cargada de la conciencia como una “cosa”, dispuesta a ser analizada de manera exhaustiva y aislada de cualquier otro fenómeno, que plantea el neurobiólogo en su proyecto. Y ante eso cabe preguntarse, ¿es así como los seres humanos experimentamos nuestra propia conciencia? ¿De esa forma atribuimos o negamos experiencias conscientes a los otros seres vivos?
Tanto el proyecto Brain como la propuesta de Chalmers, podrían resultar insatisfactorios a la hora de dar cuenta de la conciencia del ser humano real y su valor en la medida en que parecen compartir un ideal del progreso y la unidad de la ciencia (vigente en el ámbito de las ciencias cognitivas, no tanto en la reflexión filosófica contemporánea sobre la ciencia (Cat, 2013)) que asume la posibilidad de dar una explicación completa de la realidad (en términos fisicalistas o panpsiquistas, poco importa) sin tener en cuenta nuestros intereses o nuestra relación con el entorno, corporal o social, con el mundo que nos rodea (Williams, 1978; Stoljar, 2010).
En ese sentido, y aunque resulte sorprendente, mirar al pasado de la disciplina filosófica sin excesivos prejuicios podría contribuir al problema de la conciencia de un modo en que las propuestas reductivistas, como la del proyecto Brain, o naturalistas como la de Chalmers, quizá no puedan hacerlo. Es cierto que con el avance del fisicalismo como teoría omnicomprensiva en las ciencias cognitivas pocos se sienten ya inclinados a suscribir el dogma del fantasma en la maquina (Ryle, 2009) o el punto de vista profundamente anti-científico de que lo material y lo inmaterial pueden interactuar (Dennett, 1991). Atender a autores como Descartes sería así un error (Damasio, 1995), dado que éste había entendido la naturaleza del cuerpo y de la mente como algo radicalmente distinto, y hasta opuesto, volviendo ininteligible su interacción (e implausible su postura para el naturalismo contemporáneo, al conceder un papel causal a la mente inmaterial).
Pero, ¿y si nuestra lectura de Descartes fuera un mito (Röd, 1973)? ¿Y si el pensamiento cartesiano no se resumiera en una idea de sujeto como sustancia, de conciencia sólo accidentalmente relacionada con un cuerpo al que se vincularía mediante una misteriosa interacción causal? Para sustanciar la respuesta a estas preguntas sería necesario contextualizar el pensamiento de Descartes, situándolo en su tiempo, en relación con la tradición médica y los avances de la Nueva Ciencia y, en segundo lugar en sus obras, de manera panorámica, atendiendo a estudios como El tratado del hombre o Las pasiones del alma, habitualmente desdeñados o malinterpretados (1984-1991). Esto nos permitiría obtener una nueva mirada sobre el pensamiento cartesiano que, sin negar el dualismo, ni abocar a una suerte de materialismo como el del teatro interior criticado por Dennett (1991), atienda a la unidad del ser humano real, al carácter apasionado, relacional y activo de la mente encarnada, así como a su posible contribución al problema difícil de la conciencia en nuestros días.
Referencias
Cat, J. (2013). The Unity of Science. The Stanford Encyclopedia of Philosophy (winter 2014 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL= <http://plato.stanford.edu/ archives/win2014/entries/scientific-unity/>.
Chalmers, D. J. (1996). The Conscious Mind. Oxford: Oxford University Press.
Chalmers, D. J. (2002). Consciousness and its Place in Nature. In D. Chalmers, ed., Philosophy of Mind: Classical and Contemporary Readings. New York: Oxford University Press.
Chalmers, D. J. (2010). The Character of Consciousness. New York: Oxford University Press.
Damasio, A. R. (1995). Descartes’ error. Emotion, Reason, and the Human Brain. New York: Avon Books.
Dennett, D. C. (1991). Consciousness Explained. New York: Penguin.
Descartes, R. (1984-1991). The Philosophical Writings of Descartes. Edited and translated by John Cottingham, Robert Stoothoff, Dugald Murdoch (and Anthony Kenny, vol. 3). 3 vols. Cambridge: Cambridge University Press.
Röd, W. (1973). Descartes’ Mythus oder Ryles Mythus. Überlegungen zu Ryles Descartes-Kritik. Archiv für Geschichte der Philosophie, 55 (3), 310-337.
Ryle, G. (2009). The Concept of Mind. London: Routledge.
Stoljar, D. (2010). Physicalism. New York: Routledge.
Williams, B. (1978). Descartes: The project of Pure Enquiry. Harmondsworth: Penguin.