Diego Alejandro Aguirre
diego.aguirre4@udea.edu.co
Instituto de Filosofía
Universidad de Antioquia
En 1949 Gilbert Ryle publicó el libro El Concepto de lo Mental en el cual expone su noción de mente y objeta algunas concepciones de vieja data, sobre todo el dualismo mente-cuerpo cartesiano. El método que utiliza en su obra es el análisis del uso de los conceptos, tanto del concepto de mente como de aquellos relacionados, entre estos el autoconocimiento.
En El Concepto de lo Mental se analizan dos concepciones de mente: la primera, y a la que se opone Ryle, es la concepción dualista. Esta entiende a la mente como un segundo escenario diferente al físico, en donde suceden unos fenómenos denominados «representaciones mentales»; por ejemplo: las intenciones y los deseos. Estos pueden ser conocidos de manera inmediata gracias a la «conciencia», una cualidad de la mente, e indagados a través de la «introspección», una facultad mental que le permite al individuo «observarse a sí mismo». Según esta concepción, la «conciencia» es una característica de la mente que la dota de la posibilidad de tener un conocimiento directo y constante de todo lo que ocurre en su mundo privado, característica a la que Ryle denomina como: «fosforescencia» o «autoluminiscencia».
Por otra parte, la «introspección» hace referencia a la facultad que tiene el individuo de dirigir su atención a los fenómenos mentales y examinarlos clara y deliberadamente. En esta concepción, la «conciencia» y la «introspección» les brindan a los individuos dotados de mente un supuesto autoconocimiento especial al que se conoce como «doble acceso privilegiado», es decir, la doble posibilidad de conocer sin falla sus propias «representaciones mentales». Ese «doble acceso privilegiado» permite que el conocimiento que se tiene de los propios estados mentales sea infalible y muy superior al conocimiento que obtenemos de las cosas externas a la mente.
La segunda concepción de mente expuesta en El Concepto de lo Mental, que parece ser más cercana a los postulados conductistas, Ryle la define de forma concisa como: «[una] aptitud y disposición a hacer determinado tipo de cosas» (Ryle, 2005, p. 173). Para Ryle el concepto dualista de mente es un malentendido del lenguaje y conceptos como: la «conciencia» y la «introspección» son confusiones lógicas que deben ser aclaradas a través del análisis de las diversas acepciones y usos de estos términos en el lenguaje ordinario. Así pues, con respecto al uso del concepto de conciencia, hay diversas acepciones populares que podrían relacionarse con: descubrir, prestar atención, sentir, etc., pero parece que el concepto de «conciencia» para los dualistas tiene poca relación con los usos mencionados. Como ya se dijo, se refiere a una cualidad mental a través de la cual los estados mentales se «autorrevelan» directa e inmediatamente al individuo; eso implica que todo estado mental es conocido en cuanto aparece. Para Ryle la objeción principal a la teoría de la «autorrevelación» de los estados mentales es que no existe tal acontecimiento. Conocer lo que nos ocurre mentalmente no implica la vigilancia constante de nuestro hacer y sentir, sino, solamente, la inclinación a relatarlo cuando nos encontramos en un estado de ánimo propicio que nos permite prestar atención a un estado mental particular.
Por otra parte, con relación al concepto de introspección, Ryle solo menciona un uso común de este: «[cuando] alguien presta más atención de lo normal a los problemas […] que le plantea su propio carácter, aptitudes, deficiencias y defectos» (Ryle, 2005, p. 167). Pero adaptar este concepto al dogma del «fantasma en la máquina», como llama Ryle al dualismo, tendría como consecuencia caer en confusiones. Según Ryle, la «introspección» de los dualistas requiere que el observador pueda prestar atención a dos cosas al tiempo. Por ejemplo: estar decidiendo levantarse temprano y, a la vez, observar el acto de decisión. Para Ryle no es posible que atendamos a dos cosas a la vez. Sin embargo, afirma que, aunque se insista en que es posible prestar atención a dos cosas a la vez, debe admitirse que existe algún límite al número de posibles actos de atención simultánea. De esto se sigue que deben existir algunos procesos mentales no susceptibles de «introspección», entonces: ¿cómo puede llegarse a determinar el acaecimiento de tales actos? Parece que no habría forma de hacerlo. Ryle propone que, si el conocimiento de algunos estados mentales no descansa siempre en la «introspección», se plantea la duda de si alguna vez lo hace. Ahora bien, si la «conciencia» y la «introspección» son meras confusiones lógicas, el «doble acceso privilegiado» pierde su soporte teórico y, por tanto, su validez.
Ryle desmiente los postulados dualistas que derivan en un tipo especial de autoconocimiento, pero nunca afirma que no podamos llegar a conocer algo de nosotros mismos o de los demás. Según su concepción, las cosas que puedo descubrir acerca de mí mismo son similares a las que puedo descubrir respecto de los demás y los métodos para hacerlo son, aproximadamente, iguales (Ryle, 2005, p. 159), la diferencia entre el autoconocimiento y el conocimiento de las mentes de los demás, para Ryle, solo es de grado; pero esta diferencia no juega a favor del autoconocimiento. Una alternativa al concepto de «conciencia» e «introspección» dualista es la retrospección que, como método de autoconocimiento, puede ofrecernos datos suficientes para el conocimiento de los estados mentales propios y de los demás. Según Ryle, la retrospección es un proceso genuino que está exento de los problemas que plantea suponer una atención dividida, por ejemplo, en el caso de la «introspección». En cuestión de autoconocimiento, nos brinda un conjunto de datos que permiten valorar nuestra propia conducta y cualidades mentales. Es cierto también que cuando hago, siento u observo algo puedo prestar y, frecuentemente, presto atención retrospectiva a lo que acabo de hacer, sentir u observar, sin necesidad de que haya una atención omnipresente que «autorrevele» nuestros estados mentales. De esta manera la retrospección también sirve como alternativa al concepto dualista de «conciencia».
Para Ryle la vida de una persona no está constituida por eventos mentales y físicos, sino por una única concatenación de eventos relacionados con la aptitud y la disposición del individuo a hacer determinado tipo de cosas. En ese sentido, el conocimiento de los estados mentales nuestros y de los demás depende de la observación del comportamiento. Especialmente, la persona que presta atención a las expresiones espontáneas de alguien, que puede ser otro o él mismo, se encuentra en condiciones de formular comentarios referentes a las cualidades y estados mentales de su autor. Ahora bien, puede que la cuidadosa observación de comportamientos como actos manifiestos, vacilaciones, lágrimas y risas nos proporcione mucha información, pero eso no quiere decir que sea fácil de interpretar. Es ante todo el lenguaje, que ha sido hecho para ser oído e interpretado, el medio idóneo para conocer los estados mentales propios y ajenos.
Bibliografía:
Ryle, G. (2005). IV – Autoconocimiento. En E. Rabossi (Trad.), El Concepto de lo Mental (pp. 158-204). Paidós Ibérica. https://tinyurl.com/3c3d2nx5