Reseña corta de Metzinger (2018): “Why is Mind-Wandering Interesting for Philosophers?”

Why is Mind-Wandering Interesting for Philosophers?

La discusión filosófica favorece el trabajo científico en torno a la divagación mental. Los filósofos plantean herramientas teóricas e hipótesis empíricas que pueden guiar e inspirar futuras investigaciones. De acuerdo con Metzinger, la divagación mental (mind-wandering) despierta el interés de los filósofos porque involucra una amplia discusión en tres niveles fundamentales: el conceptual, el fenomenológico y el epistémico (Metzinger, 2018). A continuación, abordaré cada nivel según los planteamientos de este autor.

En el nivel conceptual, el tema central es la definición del concepto “divagación mental”. Según Metzinger, la visión estándar plantea que la divagación mental es un pensamiento espontáneo independiente del estímulo o no-relacionado con la tarea (spontaneus, stimulus-independent or task un-related thought) (Antrobus, 1968; Giambra, 1989, 1995; McMillan et al., 2013; Smallwood & Schooler, 2006, 2015). En otras palabras, el agente se abstrae involuntariamente en ideas, recuerdos o fantasías ajenas a lo que sucede aquí y ahora (Callard et al., 2013). Por ejemplo, mientras está en la oficina trabajando, el agente podría abstraerse en una fantasía placentera, como sus próximas vacaciones en la playa (Smallwood & Schooler, 2015). Metzinger crítica la visión estándar, analizando sus componentes semánticos: espontaneidad, no-relación con la tarea, independencia del estímulo y pensamiento.

La espontaneidad corresponde a una experiencia subjetiva, inesperada e indeterminada. De modo que escapa de los alcances de las investigaciones científicas tradicionales. La no-relación con la tarea presupone que el agente atiende una tarea a la vez, en lugar de múltiples tareas en paralelo, como sucede efectivamente. El caso de la independencia del estímulo es similar. El agente percibe estímulos constantemente. Algunos de estos provienen desde el interior del cuerpo, como las sensaciones metabólicas o emocionales. En la medida en que los procesos cognitivos están instanciados en el cuerpo, no son independientes de los estímulos internos.  El ultimo componente es el pensamiento. Los filósofos describen los pensamientos en función de su contenido. Una cuestión relevante es, entonces, si los pensamientos vinculados a los episodios de divagación mental se limitan a un conjunto especifico de contenidos. Metzinger sugiere que tales pensamientos usualmente versan sobre ideas creativas, fantasías, recuerdos y nuevos objetivos a futuro. El concepto de pensamiento es interesante, pero requiere tanto o más aclaración que el de divagación mental (Metzinger, 2018). Así pues, la visión estándar no es lo suficientemente satisfactoria. En su lugar, Metzinger propone definir la divagación mental como una pérdida recurrente de la autonomía mental y la metaconciencia (Metzinger, 2013, 2015, 2017, 2018). El abordaje de los niveles fenomenológico y epistémico arrojará luces sobre esta definición.

En el nivel fenomenológico, el tema central es el análisis de la experiencia subjetiva durante un episodio de divagación mental. Metzinger sostiene que la propiedad fenoménica más característica de estos episodios es el cambio en la unidad de identificación (unit of identification). Grosso modo, la unidad de identificación consiste en la representación especifica que adopta el modelo fenoménico de sí mismo (phenomenal self-model). Según Metzinger, cada agente cuenta con un modelo fenoménico interno, que representa su experiencia subjetiva como sistema cognitivo situado en un contexto. Este modelo fenoménico cambia en función de dos factores principales: la ubicación espacio temporal y el surgimiento de una simulación mental (Metzinger, 2013, 2018). Considere, nuevamente, el ejemplo del agente que divaga mentalmente sobre sus vacaciones mientras está trabajando. En este caso, hay dos unidades de identificación: el modelo del agente trabajando en la oficina y el del agente disfrutando de sus vacaciones en la playa. Una vez comienza el episodio de divagación mental en cuestión, hay un cambio del primer modelo al segundo. En consecuencia, la experiencia subjetiva del agente corresponde a la simulación mental de sí mismo disfrutando de sus vacaciones en la playa, pese a que realmente permanece en la oficina trabajando.

 Los cambios en la unidad de identificación son inconscientes, pues el agente sufre un “parpadeo atencional” respecto del modelo fenoménico de sí mismo (self-representational blink). En otras palabras, no es posible identificar la transición entre la experiencia ubicada espacio-temporalmente y aquella concerniente a una simulación mental. De hecho, Metzinger considera que la divagación mental no involucra la experiencia de agencia. Se trata, más bien, de un evento automático (Metzinger, 2013, 2017). En este sentido, conocer mejor sus propiedades fenoménicas es pertinente para explicar y predecir sus dinámicas. 

Finalmente, en el nivel epistémico el tema central corresponde al conocimiento y control del agente sobre sus eventos mentales. Según Metzinger, el modelo fenoménico de sí mismo cuenta con una instancia especial: el modelo de agente epistémico (epistemic agent model). Como su nombre lo indica, este modelo representa la experiencia del agente como un ser dispuesto para adquirir y divulgar conocimientos. El agente siempre necesita alcanzar objetivos epistémicos, como resolver operaciones matemáticas, construir argumentos o predecir acontecimientos. Para ello, ejecuta acciones mentales, es decir, controla el curso de sus pensamientos en función de procesos mentales como calcular, recordar o imaginar. La autonomía mental es la propiedad más relevante del modelo de agente epistémico, y consiste en la capacidad para controlar racionalmente los procesos mentales. Es posible describir esta capacidad como un conjunto de acciones mentales de segundo orden (second-orden mental actions), tales como imponer reglas sobre los eventos mentales; seleccionar y mantener un objetivo o tarea; y el ejercicio del control de veto (veto control), que consiste en terminar, inhibir o suspender un proceso mental en marcha (Metzinger, 2013, 2015, 2017, 2018). Así pues, las acciones mentales de segundo orden (i. e. la autonomía mental) son una forma de metacontrol sobre los eventos que ocupan el flujo de la conciencia.  

Cuando comienza un episodio de divagación mental, no hay autonomía mental; el flujo de la conciencia simplemente va de un tema a otro sin un curso fijo. Asimismo, el agente pierde la metaconciencia, es decir, se torna incapaz de ofrecer autoinformes sobre el contenido de sus pensamientos (Metzinger, 2013, 2017). Metzinger plantea que la autonomía mental se encuentra ausente, en promedio, durante dos tercios del tiempo total de vida del agente, que corresponden a la niñez y la vejez. De modo que esta capacidad se adquiere con la madurez y se pierde con el envejecimiento. Además, si se tienen en cuenta las ocho horas regulares de sueño nocturno, el rango para el ejercicio de la autonomía mental es mucho más estrecho (Metzinger, 2013, 2015). A este respecto, la divagación mental se suma como un factor relevante, pues este evento ocupa el flujo de la conciencia cerca del 30-50% del tiempo de vigilia (Killingsworth & Gilbert, 2010). Esto sugiere, entonces, que el tiempo para el ejercicio de la autonomía mental es mucho menor al esperado.

Dado que la autonomía mental es fundamental para el control racional de las operaciones mentales, Metzinger considera que la divagación mental trae a colación una discusión sobre la racionalidad en tanto control de los pensamientos. En pocas palabras, la incidencia de la divagación mental es uno de los factores relevantes para dudar sobre la prevalencia del control racional de los pensamientos. En la medida en que los filósofos tienden a considerarse atletas mentales, que velan por el autocontrol y la racionalidad, la divagación mental toma mayor protagonismo en la discusión filosófica (Metzinger, 2013, 2018).

Referencias

Antrobus, J. (1968). Information Theory and Stimulus-independent Thought. British Journal of Psychology59(4), 423–430. https://doi.org/10.1111/j.2044-8295.1968.tb01157.x

Callard, F., Smallwood, J., Golchert, J., & Margulies, D. (2013). The era of the wandering mind? Twenty-first century research on self-generated mental activity. Frontiers in Psychology4, 891. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00891

Giambra, L. M. (1989). Task-unrelated thought frequency as a function of age: A laboratory study. Psychology and Aging4(2), 136–143. https://doi.org/10.1037/0882-7974.4.2.136

Giambra, L. M. (1995). A Laboratory Method for Investigating Influences on Switching Attention to Task-Unrelated Imagery and Thought. Consciousness and Cognition4(1), 1–21. https://doi.org/10.1006/ccog.1995.1001

Killingsworth, M. A., & Gilbert, D. T. (2010). A Wandering Mind Is an Unhappy Mind. Science330(6006), 932. https://doi.org/10.1126/science.1192439

McMillan, R., Kaufman, S., & Singer, J. (2013). Ode to positive constructive daydreaming. Frontiers in Psychology4, 626. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00626

Metzinger, T. (2013). The myth of cognitive agency: Subpersonal thinking as a cyclically recurring loss of mental autonomy. Frontiers in Psychology4, 931. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00931

Metzinger, T. (2015). M-Autonomy. Journal of Consciousness Studies22(11–12), 270–302.

Metzinger. (2017). The Problem of Mental Action. En Thomas Metzinger & W. Wiese (Eds.), Philosophy and Predictive Processing. MIND Group. https://doi.org/10.15502/9783958573208

Metzinger. (2018). Why is Mind Wandering Interesting for Philosophers? En K. C. R. Fox & K. Christoff (Eds.), The Oxford Handbook of Spontaneous Thought: Mind-Wandering, Creativity and Dreaming (pp. 97–111). Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780190464745.013.32

Smallwood, J., & Schooler, J. W. (2006). The restless mind. Psychological Bulletin132(6), 946–958. https://doi.org/10.1037/0033-2909.132.6.946

Smallwood, J., & Schooler, J. W. (2015). The Science of Mind Wandering: Empirically Navigating the Stream of Consciousness. Annual Review of Psychology66(1), 487–518. https://doi.org/10.1146/annurev-psych-010814-015331

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