Reseña corta de Metzinger (2017): “The Problem of Mental Action. Predictive Control Without Sensory Sheets”

The Problem of Mental Action. Predictive Control Without Sensory Sheets

Según la teoría del procesamiento predictivo (predictive processing), el cerebro está recluido en el cuerpo, por lo que accede indirectamente al mundo a través de las entradas sensoriales. El cerebro construye continuamente un modelo interno del mundo empleando la información sensorial. Con base en el estado actual del modelo, computa estimaciones estadísticas para predecir las futuras entradas sensoriales. Este ciclo reduce el esfuerzo cognitivo ante eventos habituales y contribuye a la supervivencia anticipando eventos amenazantes. No obstante, ocasionalmente suceden eventos distintos a los previstos (e. g. encontrar un pez fuera del agua, su ambiente natural), dado que existe un margen de incertidumbre entre el modelo interno y el mundo real (Clark, 2013; Metzinger, 2017; Wiese & Metzinger, 2017). Este margen se denomina energía libre (free energy), pues involucra un mayor gasto de energía en los procesos cognitivos. El cerebro compensa la incidencia de la energía libre implementando la inferencia activa (active inference), que consiste en minimizar los errores de predicción ejecutando acciones en el mundo (Clark, 2013; Friston, 2010). Por ejemplo, ¿cómo un agente podría estar seguro de que observa una bicicleta en lugar de un cartel con esa imagen? Ejecutar acciones en torno al evento percibido, como caminar a su alrededor o tocarlo, sirve para saber finalmente de qué se trata (Hohwy, 2013).

El objetivo de la teoría del procesamiento predictivo es explicar la percepción, la atención y la acción en un mismo esquema formal. Pero las acciones mentales son un desafío para esta empresa. Según Metzinger, las acciones mentales corresponden al ejercicio de la autonomía mental, es decir, al control del agente sobre sus procesos mentales, como la atención, la memoria y el razonamiento. Ejemplos de acciones mentales son la dirección voluntaria de la atención (volitional attention); y la cognición simbólica de alto nivel (high-level, symbolic cognition), como planificar una situación, resolver un cálculo matemático o traer una serie de imágenes de la memoria episódica (Metzinger, 2013, 2015, 2017). Visto así, las acciones mentales se dirigen en función de objetivos epistémicos. Al lograr estos objetivos, las acciones mentales permiten reducir la energía libre; pero no involucran una respuesta motora ni una nueva entrada sensorial como si sucede con las acciones físicas. Por lo tanto, parece que las acciones mentales no se ajustan a la teoría del procesamiento predictivo (Metzinger, 2017).

Metzinger se aproxima conceptualmente a las acciones mentales y trata de aclarar su papel en la teoría del procesamiento predictivo. Para ello, propone la hipótesis de la afordancia cognitiva (cognitive affordance hypothesis). Según esta hipótesis, el cerebro genera frecuentemente un curso de potenciales acciones mentales. En teoría, estas acciones compiten entre sí hasta que finalmente una de ellas es instalada en el flujo de la conciencia (Metzinger, 2017). Mientras esto sucede, los estados de divagación mental (mind-wandering) ocupan el flujo de la conciencia. Metzinger describe la divagación mental como una pérdida recurrente de la autonomía mental y la metaconciencia. Esto quiere decir que el agente no es capaz de controlar sus procesos mentales ni conocer plenamente el contenido de los mismos. Por decirlo así, la mente va en piloto automático. El agente se abstrae en trenes de pensamiento que van de un tema a otro con independencia de su control (Metzinger, 2013, 2015, 2017). En ese orden de ideas, el agente gira en torno a intervalos de acciones mentales y estados de divagación mental.

El cambio entre los estados de divagación mental y las acciones mentales sucede como resultado de la conectividad efectiva (effective connectivity), es decir, la incidencia que tiene una región o estructura cerebral sobre otra (Clark, 2019; Metzinger, 2017). Las acciones mentales están correlacionadas con la activación de la corteza fronto-parietal (fronto-parietal network), la corteza cingulada posterior (posterior cingulate cortex) y la corteza prefrontal medial (medial prefrontal cortex); estructuras cerebrales frontales que son relevantes en el desempeño de funciones ejecutivas, como la atención y la memoria de trabajo. Por su parte, la divagación mental está correlacionada con la activación de la red neuronal por defecto (default mode network); una estructura cerebral que es relevante para la cognición orientada internamente, especialmente en los periodos de reposo, como pensamientos, recuerdos o fantasías espontáneas (Metzinger, 2017; Sripada, 2018). Según Metzinger, la red neuronal por defecto bien puede entenderse como la red de la divagación mental (mind-wandering network). En general, cuando se encuentra activa esta red las estructuras cerebrales frontales disminuyen notablemente su actividad, y viceversa (Metzinger, 2017).

Las acciones mentales y la divagación mental atienden a dinámicas de exploración y explotación. Estas dinámicas se refieren al procedimiento de selección y ejecución de una acción para lograr un objetivo específico. El cerebro siempre trata de reducir el esfuerzo cognitivo acudiendo a la alternativa más optima: bien sea explorar nuevos recursos o explotar los recursos disponibles. En relación con la cognición, los recursos y los objetivos son de carácter epistémico. El agente siempre busca nuevos conocimientos y dispone de sus estados de conocimiento actuales para favorecer esta búsqueda (Metzinger, 2017; Wiese & Metzinger, 2017; Sripada, 2018). Cada acción mental individual tiene el objetivo de aumentar el valor epistémico del modelo interno, es decir, la ganancia de información esperada al ejecutar la acción (Metzinger, 2017). Por ejemplo, si alguien ha perdido su pasaporte y trata de recordar en dónde lo ha dejado, con esta acción espera saber justamente en donde está su pasaporte. Para ser más precisos, las acciones mentales explotan los recursos del modelo interno para lograr los objetivos propuestos. En cambio, los estados de divagación mental corresponden a la exploración de nuevos recursos. En este caso, nuevos cursos de acción para lograr los objetivos o, incluso, nuevos objetivos y tareas. Por lo tanto, los estados de divagación mental también están en función de objetivos epistémicos, aunque de manera indirecta; pues durante estos estados el agente carece de control sobre sus procesos mentales. 

Con todos estos factores a la mano, Metzinger propone, finalmente, que la acción mental se ajusta a la teoría del procesamiento predictivo porque corresponde al control predictivo de la conectividad efectiva, y busca optimizar el valor epistémico del modelo interno. Cuando los estados de divagación mental ocupan el flujo de la conciencia, la red de la divagación mental ha comenzado un estado de exploración de potenciales acciones mentales. Una nueva acción mental inicia cuando una de ellas es instalada en el flujo de la conciencia como resultado de la conectividad efectiva entre las estructuras cerebrales frontales y la red de la divagación mental. En consecuencia, la experiencia del agente de “iniciar” conscientemente una acción mental es una forma de autoengaño (self-deception). En realidad, este inicio es de carácter sub-personal, es decir, depende de los procedimientos automáticos del cerebro. El inicio de una acción mental es, entonces, un indicador de que ha sucedido un cambio en la conectividad efectiva. En pocas palabras, las acciones mentales dan cuenta de la activación de las estructuras cerebrales frontales, que orientan los procesos mentales hacia un objetivo epistémico. Asimismo, las acciones mentales dan cuenta de la fiabilidad del modelo interno del mundo y son un medio para refinar su valor epistémico con independencia de la información sensorial (Metzinger, 2017).

Referencias

Clark, A. (2013). Whatever next? Predictive brains, situated agents, and the future of cognitive science. Behavioral and Brain Sciences36(3), 181–204. Cambridge Core. https://doi.org/10.1017/S0140525X12000477

Clark, A. (2019). Surfing uncertainty: Prediction, action, and the embodied mind. Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780190217013.001.0001

Friston, K. (2010). The free-energy principle: A unified brain theory? Nature Reviews Neuroscience11(2), 127–138. https://doi.org/10.1038/nrn2787

Hohwy, J. (2013). The predictive mind. (pp. ix, 282). Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199682737.001.0001

Metzinger, T. (2013). The myth of cognitive agency: Subpersonal thinking as a cyclically recurring loss of mental autonomy. Frontiers in Psychology4, 931. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2013.00931

Metzinger, T. (2015). M-Autonomy. Journal of Consciousness Studies22(11–12), 270–302.

Metzinger. (2017). The Problem of Mental Action. En Thomas Metzinger & W. Wiese (Eds.), Philosophy and Predictive Processing. MIND Group. https://doi.org/10.15502/9783958573208

Sripada, C. (2018). An Exploration/Exploitation Trade-off Between Mind-Wandering and Goal-Directed Thinkinghttps://doi.org/10.1093/oxfordhb/9780190464745.013.28

Wiese, W., & Metzinger, T. K. (2017). Vanilla PP for Philosophers: A Primer on Predictive Processing. En T. K. Metzinger & W. Wiese (Eds.), Philosophy and Predictive Processing. MIND Group. https://doi.org/10.15502/9783958573024

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