Kim Peek: el hombre que memorizó más de 12000 libros

Santiago Garcia Villa
santiago.garciav1@udea.edu.co
Instituto de Filosofía
Universidad de Antioquia

El síndrome de savant es una condición que ocurre en algunas personas con alteraciones neurológicas o del desarrollo mental (como el autismo o la esquizofrenia), y se caracteriza por la manifestación de habilidades extraordinarias (ya sea para memorizar, calcular, dibujar, etc.) que contrastan con las limitaciones que involucran dichas alteraciones en la realización de tareas más básicas (Treffert, 1989). En el presente trabajo abordaré el tema de la memoria a partir del caso de Kim Peek, quien fue uno de los savants más reconocidos del mundo gracias a su memoria prodigiosa.

A lo largo de su vida, Peek leyó y memorizó más de 12000 libros; de hecho, era capaz de leer dos páginas simultáneamente (una con cada ojo) y memorizarlas de forma inmediata. Por ello, logró acumular un conocimiento enciclopédico en más de 15 temas, tales como historia universal, deportes, música clásica y literatura (Treffert & Christensen, 2006; Treffert, 2010). Peek podía indicar la dirección de cualquier lugar en EE. UU o Canadá. También, recordaba cientos de canciones de música clásica, al igual que los datos biográficos de sus autores. Sin embargo, su verdadera obsesión eran los números. Podía decir la fecha exacta de casi cualquier acontecimiento, y dedicaba gran parte de su tiempo a revisar y anotar los números de las guías telefónicas (Muñoz-Yunta et al., 2003; Treffert, 2010).  

A pesar de sus habilidades, Peek padeció de múltiples complicaciones congénitas y del desarrollo. Su cabeza era más grande de lo normal; presentaba una encefalocele en el occipucio (una protuberancia en la parte posterior de la cabeza), que afortunadamente se resolvió de forma espontánea; y, además, se le dificultaba realizar tareas cotidianas como caminar, bañarse o simplemente abotonarse la camisa, ya que tenía problemas de coordinación visomotriz (Muñoz-Yunta et al., 2003; Treffert & Christensen, 2006; Treffert, 2010). Al poco tiempo de haber nacido, algunos médicos consideraron que era un retardado mental y le sugirieron a su familia que lo internaran en una institución especializada o incluso que le realizaran una lobotomía. Sin embargo, su familia no siguió ninguna de estas recomendaciones, antes bien, su padre procuró cuidarlo y apoyarlo durante toda su vida (Treffert, 2010).    

En 1988, el psiquiatra Daniel D. Christensen realizó una resonancia magnética del cerebro de Peek, lo que reveló un daño considerable en el cerebelo, así como la ausencia de las tres estructuras encargadas de la conexión entre los dos hemisferios: el cuerpo calloso y las comisuras posterior y anterior. Sin embargo, tiempo después se repitió el mismo procedimiento, pero esta vez con un tensor de difusión (DTI), lo que permitió apreciar numerosos canales de comunicación entre ambos hemisferios. Con relación a estas observaciones cabe resaltar que las lesiones en el cerebelo generalmente se encuentran asociadas a los problemas de coordinación motora, y que probablemente los canales detectados mediante DTI sirven como una estructura compensatoria que unifica los dos hemisferios y evita la aparición de ataques epilépticos (Treffert & Christensen, 2006; Treffert, 2010).

Ahora bien, una vez conocidos algunos aspectos generales de la vida de Peek, considero pertinente exponer el modelo estándar de la memoria y sus implicaciones frente al caso específico de este savant.

La memoria es un proceso activo de selección e interpretación de la información que permite integrar el conocimiento acumulado con el nuevo conocimiento (Foster, 2009). Según el modelo estándar, la memoria se divide en dos clases principales: la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo. La primera hace referencia a la memoria de trabajo, esto es, la capacidad de mantener cierta información sobre el pasado disponible durante un breve periodo de tiempo. La segunda, por su parte, refiere tanto a la memoria discursiva como a la no-discursiva, donde ambas conforman diferentes instancias en las que cierta información sobre el pasado permanece disponible de manera prolongada (De Brigard, 2018; Foster, 2009; Michaelian & Sutton, 2017). La memoria discursiva remite a la capacidad para almacenar y recuperar información que puede ser reportada verbalmente, y se divide, a su vez, en la memoria semántica, que versa sobre el conocimiento fáctico; y la memoria episódica, que concierne a los recuerdos autobiográficos. Por otro lado, la memoria no-discursiva alude a la memoria procedimental, que consiste en la capacidad de almacenar y recuperar información sin involucrar un esfuerzo conciente ni una respuesta verbal (De Brigard, 2018; Michaelian & Sutton, 2017). Así las cosas, la memoria discursiva y la no-discursiva podrían estar asociadas, respectivamente, con un “saber que” proposicional y un “saber cómo” disposicional (Damschen, 2011; De Brigard, 2018; Michaelian & Sutton, 2017).

Al analizar el caso de Peek con base en esta división estándar se encuentra que su memoria a largo plazo fue predominante, especialmente aquella de carácter discursivo y semántico. La razón de esto es que la principal fuente de sus recuerdos correspondió a los datos contenidos en los miles de libros que leyó durante toda su vida, más que a experiencias o actividades prácticas. Por otro lado, teniendo en cuenta que la memoria no-discursiva se encuentra directamente relacionada con las habilidades mecánicas del cuerpo, era de esperarse que Peek no tuviera un desempeño consistente en este ámbito; sin embargo, es notable que durante sus últimos años haya aprendido a tocar el piano exitosamente, incluso a tal punto que podía interpretar muchas de las canciones almacenadas en su memoria (Treffert & Christensen, 2006; Treffert, 2010).

Aunque el contraste entre sus habilidades extraordinarias para memorizar y sus dificultades en la realización de tareas cotidianas sugiere que Peek estuvo inclinado mayormente a una memoria discursiva y, por lo tanto, a un “saber que” proposicional en lugar de un “saber cómo” disposicional, su lucidez para comprender la información musical también sugiere que su éxito al tocar el piano era una muestra de su inteligencia y no tanto de su capacidad para recordar y repetir una serie de patrones predefinidos. En ese orden de ideas, el caso de Kim Peek es un ejemplo de la existencia de diferentes tipos de inteligencia y una prueba fehaciente de que el cerebro es una caja de sorpresas, que es preciso seguir investigando con el fin de conocer cada vez mejor los fenómenos de la mente.   

Referencias

De Brigard, F. (2018), “Memoria”, Enciclopedia de la Sociedad Española de Filosofía Analítica (URL: http://www.sefaweb.es/memoria/)

Foster, J. (2009). Memory. A very short introduction. Oxford University Press

Michaelian, K., & Sutton, J. (2017). Memory. En E. N. Zalta (Ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Summer 2017). Metaphysics Research Lab, Stanford University. https://plato.stanford.edu/archives/sum2017/entries/memory/

Muñoz Yunta, J. A., Ortiz Alonso, T., Amo Usanos, C., Fernández Lucas, A., Maestú Unturbe, F., & Palau Baduell, M. (2003). El síndrome de savant o idiot savant. Revista de Neurología36(S1), 157. https://doi.org/10.33588/rn.36S1.2003061

Treffert, D. A. (1989). Extraordinary people. Understanding “idiot savants”. Harper & Row

Treffert, D. A, & Christensen, D. D. (2006). Interior de una mente genial: Kim Peek posee una de las memorias más extraordinarias que se han conocido. Mente y cerebro21, 30-35.

Treffert, D. A. (2010). Islands of Genius. Jessica Kingsley Publishers.

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