¿Un desacuerdo espurio? Cómo explicar el conflicto de las guerras de la ciencia

Parece que Alan Sokal no era consciente de la caja de Pandora que destaparía al publicar su engañoso artículo en 1996. La cantidad de difusión que alcanzó el llamado “escándalo Sokal” permitió que salieran a flote las manifestaciones más ortodoxas de la filosofía de la ciencia, pero también las demandas filosóficas por hacer reflexiones más rigurosas que un simple fraude publicado. Así surgieron las “guerras de la ciencia”: una serie de debates en los cuales el afán por responder las críticas y destruir al enemigo impedía sentarse a reflexionar sobre qué estaba ocurriendo y qué era lo que causaba el desacuerdo entre las partes enfrentadas. De este modo, Cudd (2001, p. 79) afirma: «claramente había un desacuerdo; sobre qué, sin embargo, no era claro. Era igualmente claro que los dos grupos estaban hablando a menudo el uno del otro».